Suspendidos en medio de parajes de extraordinaria belleza, los puentes colgantes se dibujan como obras imposibles que deslumbran por su diseño, su longitud o la cantidad de adrenalina que se requiere para mirar al vacío cuando los cruzas.

Los Cahorros, Monachil (Granada)

En la comarca de Sierra Nevada se halla una de las rutas de senderismo más atractivas y populares de Granada: la ruta Los Cachorros, que atraviesa el cañón del río Monachil. Muy frecuentada por los aficionados a la escalada, ofrece magníficas vistas de la capital granadina, de los pueblos limítrofes y del abrupto valle del río Monachil. El puente colgante de Los Cahorros, de 63 metros de altura, junto con los parajes de Cumbres Verdes y La Silla del Moro, son las estampas más emblemáticas del lugar.

El Congost de Mont-rebei (Lleida)

A tres horas de la capital catalana, pero alejada del turismo de masas, aguarda la Reserva Natural Parcial del Congost de Mont-rebei, zona de especial interés ornitológico en el corazón de la sierra del Montsec. Los diferentes itinerarios cruzan el desfiladero por donde serpentea el río Noguera Ribagorçana y ofrecen espectaculares vistas a imponentes acantilados.

Rupit (Barcelona)

El fascinante pueblo medieval de Rupit, en la comarca de Osona, parece sacado de una postal. Enclavado en un entorno natural espectacular, sus sinuosas y angostas calles se levantan a lo largo de un pequeño valle y, sobre el arroyo que cruza el pueblecito, pende un majestuoso puente colgante que hará las delicias de los más pequeños por el movimiento oscilante que se produce al cruzarlo.

Puente de El Saltillo (Málaga)

Sobre el cauce del río Almanchares se encuentra el puente de El Saltillo, un coloso de 54 metros de longitud que, con una base de tarima de madera y estructura metálica, se integra en un paisaje de tonos alpinos de la provincia de Málaga. Instalado hace poco más de un año, ha revolucionado a una comarca entera en la que la excusa del vértigo, a 78 metros sobre el río, da pie al disfrute de un territorio que reúne arquitectura morisca, huertas tradicionales, balates –muros de piedra declarados Patrimonio Mundial– y una gran variedad de flora y fauna.

Chulilla (Valencia)

En las hoces del río Turia se enmarca la Ruta de los Puentes Colgantes de Chulilla, en el Paraje Natural de Los Calderones, protegido por la Generalitat Valenciana. La singularidad del paisaje labrado por el río, la perfección de las paredes del cañón, las hoces y meandros, el Charco Azul, así como el mirador de Compuertas y el mirador de la Carrucha lo convierten en uno de los destinos naturales más populares de Valencia. La visita a los dos puentes colgantes precisa recorrer 10 km de distancia, pero merece la pena.

La Hermida (Cantabria)

En la Vía Ferrata La Hermida (Liébana), un viaducto de 100 m de largo y más de 70 m de altura ofrece un recorrido vertical por la montaña lleno de aventura y el disfrute visual del Desfiladero de La Hermida a vista de pájaro. Es aconsejable informarse de los diferentes recorridos disponibles, como son la ruta K6, la ruta K3, con mini tirolina incluida, y la ruta de los Puentes, que registra más de 5.000 personas al año.

Puente tibetano de Sabero (León)

Sus 110 metros de largo lo convierten en el puente tibetano más largo de España. Ha sido recientemente inaugurado para impulsar la vía ferrata que discurre por La Herrera, entre Sahelices y Olleros de Sabero, en la montaña oriental leonesa. La ruta se completa con una gran pared de 90 metros, la cueva de la Virgen –equipada para subir unos 12 metros y salir al otro lado de la pared por el techo de la gruta– y tres “puentes de mono” por los que se avanza sobre un cable.