La inteligencia artificial es una tecnología en auge que en los próximos años puede transformar la salud y la asistencia sanitaria. Estas innovaciones están a la vuelta de la esquina y traerán importantes beneficios, como la mejora en el diagnóstico, tratamientos más personalizados e incluso acompañamiento a pacientes.

Al hablar de inteligencia artificial pueden venir a la mente imágenes de ciencia ficción o de futuros distópicos donde las máquinas reemplazan a los humanos. Sin embargo, estas tecnologías son una tendencia cada vez más cercana en el campo de la medicina y pueden aportar grandes beneficios tanto a pacientes como a profesionales y centros de atención.

El concepto de inteligencia artificial tiene muchas acepciones y tradicionalmente ha ido ligado a robots humanoides, pero en realidad tiene más relación con programas de software capaces de aprender y tomar decisiones de manera autónoma. En definitiva, la IA significa una inteligencia llevada a cabo por máquinas, mediante dispositivos o sistemas capaces de interpretar datos externos, aprender de ellos y realizar acciones enfocadas a lograr un objetivo concreto.

Una gran oportunidad para mejorar los diagnósticos

Esta capacidad para analizar grandes cantidades de datos hace que la inteligencia artificial pueda aportar mucho en el campo de la medicina. En torno a la salud se generan continuamente millones de datos, incluyendo historiales médicos, pruebas clínicas, investigaciones y también datos personales relacionados con los hábitos de cada paciente. A lo largo de su vida, cada persona genera datos sobre su salud que podrían ocupar 300 millones de libros.

Es imposible que un profesional sanitario pueda retener toda esta información y usarla para realizar diagnósticos, por ello la inteligencia artificial puede convertirse en un gran aliado. Una de las aplicaciones principales de estas tecnologías es el análisis de big data (o grandes cantidades de datos) para ofrecer diagnósticos más rápidos y exactos, detectar enfermedades en estadios precoces y ofrecer tratamientos personalizados en función de la realidad de cada paciente. Estos sistemas están ideados no para sustituir al profesional médico, sino para darle una información más completa que le permitirá realizar mejor su trabajo.

La aplicación de la IA para el diagnóstico y el tratamiento tiene aún mucho camino por recorrer, pero existen ya numerosos proyectos avanzados alrededor del mundo. Un ejemplo de ello es Harmony, una plataforma europea para la gestión de información en cánceres sanguíneos coordinada por el Instituto de Investigación Biomédica de Salamanca. El proyecto consiste en recopilar en un mismo lugar todo tipo de datos médicos relacionados con los cánceres hematológicos, con el objetivo de analizar esa información y extraer conocimiento que permita mejorar los tratamientos. Estas enfermedades suponen el 40% de los cánceres infantiles y un tercio de las muertes totales por cáncer, así que esta plataforma basada en inteligencia artificial puede generar un impacto positivo muy importante.

En algunos hospitales ya se está empezando a utilizar software de apoyo al diagnóstico médico, gracias a dispositivos capaces de leer imágenes médicas y pruebas clínicas en patologías concretas como el cáncer de mama o enfermedades degenerativas. Estos sistemas están aún en sus primeros estadios, pero en un futuro cercano serán una herramienta habitual en las consultas médicas. En Estados Unidos, por ejemplo, el 95% de los centros asistenciales dispondrá de tecnologías basadas en inteligencia artificial en 2020.

Apoyo para profesionales y pacientes

Otro caso de IA aplicada a la asistencia sanitaria es Corti, un sistema diseñado para mejorar la respuesta en las llamadas de emergencia. Corti es un asistente virtual equipado con software de reconocimiento de voz que escucha las llamadas al 112. El sistema analiza las palabras y sonidos, incluyendo la respiración, y emite una alerta al teleoperador si cree que puede ser un ataque al corazón. El asistente se ha empezado a utilizar en los servicios de emergencia daneses y ha demostrado una efectividad del 95% en el reconocimiento de un ataque cardiovascular frente al 73% de aciertos humanos.

Los cuidados terapéuticos son también un ámbito en el cual la robótica y la inteligencia artificial tienen mucho potencial y uno de los ejemplos más conocidos es Nuka (Paro en otros idiomas) el pequeño robot foca. Este dispositivo con aspecto de peluche ha sido desarrollado por el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología Industrial Avanzada de Japón y está inspirado en las terapias con animales. El robot reacciona al contacto y la voz humana, gracias a sensores y a un sistema de inteligencia artificial que le permite interactuar con los pacientes. Nuka se ha empezado a utilizar ya en tratamientos para personas con autismo o con enfermedades degenerativas como el Alzheimer.

Un mundo de oportunidades que acaba de arrancar

El uso de la inteligencia artificial en la salud es una tendencia imparable que va a transformar la asistencia sanitaria en muchos aspectos y que tiene el potencial para aportar grandes beneficios. Por un lado, permitirá realizar diagnósticos más precisos y ofrecer tratamientos más personalizados, teniendo en cuenta los datos personales de cada paciente. También permitirá automatizar la recogida de datos como el análisis de pruebas e imágenes médicas para introducirlas en el historial médico. Así, los profesionales sanitarios se liberarán de estas labores y podrán dedicar más tiempo a atender a sus pacientes.

Por otro lado, a medida en que se perfeccionen los sistemas de diagnóstico, estas tecnologías pueden suponer una ayuda muy importante en territorios con pocos recursos, donde el acceso a médicos especialistas es difícil. Un sistema de apoyo al diagnóstico ayudará a los profesionales de la Atención Primaria a acceder a un conocimiento más especializado y a la información disponible sobre posibles tratamientos.

En definitiva, la inteligencia artificial tiene el potencial para mejorar la asistencia sanitaria, gracias a herramientas y dispositivos que permitirán avanzar hacia una medicina más personalizada. No hay que olvidar que una de las principales barreras de la inteligencia artificial es su incapacidad para lidiar con la incertidumbre, de forma que difícilmente podrá sustituir las capacidades complejas de un profesional sanitario, pero sí se convertirá en un asistente perfecto para mejorar la atención.