El estrés o también llamado distrés, es el proceso que se pone en marcha cuando una persona percibe una situación como amenazante o desbordante ante la sensación de ineficacia o falta de recursos.
Popularmente existe una tendencia a patologizar este concepto; sin embargo, no siempre tiene consecuencias negativas, sino que su presencia puede suponer una excelente oportunidad para poner en marcha nuevos recursos personales y favorecer el fenómeno de la resiliencia, entendida como la capacidad para hacer frente a la adversidad.
Son varios los factores que anteceden a la aparición del estado subjetivo de estrés, como por ejemplo la forma de evaluar el suceso o la capacidad para hacerle frente, la manera de afrontar las dificultades, las características personales del individuo y el apoyo social. Nuestras circunstancias vitales cotidianas y pequeñas contrariedades, pueden también ser generadoras de tensión y alterar en mayor o menor medida nuestro equilibrio emocional. Ante el estrés negativo, sentimos sensación de ahogo, tensión y dolor muscular, cansancio, alteraciones del sueño y mayor tendencia a consumir sustancias nocivas para nuestro organismo. También viene acompañado por una serie de síntomas psicológicos tales como angustia, preocupación excesiva, frustración, baja autoestima, bloqueo y tristeza.
Mención especial tiene otro tipo de estrés llamado estrés positivo o eustrés, que aparece en dosis moderadas, en periodos breves pero intensos, resultando excitante y dando emoción a nuestra vida. Las sensaciones internas que sentimos ante este tipo de estrés nos facilitan la actuación de forma adaptativa y funcional. Y los síntomas que percibimos son euforia, diversión, mejora de la atención selectiva, creatividad, productividad, sociabilidad y auto-confianza.
Tras un accidente laboral, la vida de las personas se ve profundamente afectada, siendo frecuente la aparición de estrés negativo y el miedo a vivir de nuevo una situación traumática.
Ante el estrés negativo, el apoyo psicológico es considerado como una herramienta de ayuda para tratar y prevenir las descompensaciones emocionales derivadas de un accidente. Es importante destacar que la psicoterapia también requiere un trabajo en red con los distintos profesionales del contexto hospitalario, que tratan al paciente.
Inicialmente, será importante ayudar al paciente para que identifique las situaciones que le generan estrés y la sintomatología asociada, porque la tendencia natural suele ser relacionar la tensión y la activación con “estrés negativo”.
Si se detecta estrés negativo, se activa un plan para gestionar y afrontar las situaciones estresantes, de tal forma que la persona internalice un estilo de afrontamiento mas eficaz y se sienta mas motivado y estabilizado internamente. Ejemplos de ejercicios para reducir el estrés serían las técnicas de visualización, reestructuración cognitiva y realización de actividades gratificantes diarias que desvíen la atención de la situación o situaciones problema y generadoras de ansiedad y estrés.
Gustavo López
Pilar Fernández
Servicio de psicología Hospital Asepeyo Coslada