Las patologías que no dejan dormir

El sueño es una parte imprescindible de nuestro día a día. Sin embargo, a pesar de que científicos y filósofos llevan toda la vida indagando sobre el tema, se trata de un área relativamente desconocida. Hasta hace apenas cien años, se creía que, durante las horas de descanso, el cerebro cesaba su actividad por completo. Esta teoría fue refutada con el invento del electroencefalograma, que permitió descubrir la inmensa actividad que lleva a cabo nuestro cerebro mientras nuestro cuerpo descansa.

Los investigadores han dividido el sueño en dos etapas cíclicas perfectamente diferenciadas por los niveles de actividad fisiológica, que se repiten a lo largo de la noche: REM y NREM. 

NREM consiste en cuatro estadios (I: sueño superficial, II: sueño ligero, III y IV: sueño profundo), caracterizados por una respiración calmada y frecuencias cardiacas lentas que se van ralentizando todavía más conforme avanzamos por los diferentes estadios. En la fase REM, por el contrario, se percibe una gran actividad cerebral, similar a la del estado de vigilia. Viene acompañada por un aumento en el flujo sanguíneo y del metabolismo, detectándose rápidos movimientos de los ojos y una alteración de la frecuencia cardiaca y respiración. Salvo por pequeños músculos periféricos y pequeñas sacudidas, el cuerpo permanece en estado de parálisis durante la fase REM. Se teoriza que este hecho evita que “llevemos a cabo” nuestros sueños. 

Los motivos por los cuales dormimos son todavía un misterio, no así sus múltiples efectos beneficiosos (consolidación de memoria, reparación física, secreción de hormonas, etc.).

Ningún ser humano puede sobrevivir sin dormir. La necesidad básica para mantener las funciones y supervivencia en un adulto se sitúa en una media de 4 o 5 horas diarias. El resto del tiempo contribuye a mejorar nuestro bienestar y calidad de vida. De esta manera, se considera que una media de 8,3 horas es el punto óptimo de descanso. 

Trastornos del sueño

Nuestra sociedad nos ha acostumbrado a una vida frenética de actividad constante en la que es normal reducir lo máximo posible las horas de sueño: estudiantes que pasan noches “haciendo codos”, prime time televisivo que nos mantiene en vilo hasta la una de la madrugada, atascos kilométricos que nos obligan a salir muy temprano de la oficina para llegar a tiempo…

Los trastornos de sueño se han convertido en una patología que afecta a buena parte de la población. Y, si bien no se trata de una patología grave en sí misma, puede acarrear serias implicaciones que afectan a nuestra vida profesional, familiar y social. Hay numerosos trastornos del sueño como hipersomnia, narcolepsia, apneas del sueño, parasomnias, terrores nocturnos, sonambulismo, etc., y tienen orígenes varios. 

La sintomatología más habitual es la imposibilidad de conciliar el sueño, despertar temprano sintiéndose agotado, sueño diurno y bajo rendimiento. Los transtornos del sueño pueden aparecer como síntomas de otras enfermedades, también pueden ser efectos puntuales provocados por el estrés de una situación concreta o convertirse en patologías crónicas. Por ese motivo, es importante encontrar la raíz y tratar el problema de la mano de especialistas cualificados. 

El estudio del sueño es un área de la medicina bastante joven, que se consolidó durante la segunda mitad del siglo pasado. Sin embargo, buena parte de los hospitales ya cuentan con unidades de sueño especializadas en las que se diagnostican y tratan los diferentes trastornos.

 

Trastornos más comunes: 

Ronquido y apnea 

Al dormir, los músculos de la lengua y paladar que mantienen abierta la vía respiratoria se relajan, por lo que se produce un estrechamiento de esta que provoca ronquidos. En caso de que los músculos se relajen aún más, la vía se obstruye por completo, provocando dificultades respiratorias (apnea). Como no llega aire a los pulmones, el cerebro envía una señal de alerta para que el cuerpo despierte. La duración de la apnea varía, pero puede llegar a producir cientos de episodios durante la noche, imposibilitando un sueño profundo. 

Insomnio

Es la disminución de la cantidad de sueño nocturno unida a la sensación de cansancio y somnolencia diurna. Se trata del trastorno más frecuente, con mayor prevalencia en mujeres. Afecta de manera ocasional a un tercio de la población adulta, y crónicamente a un 10% de la población. En gran parte de los casos (el 60%) las causas son psicofisiológicas, psiquiátricas o están asociadas a fármacos y drogas. 

Síndrome de las piernas inquietas

Aunque puede aparecer a cualquier edad, es más frecuente a partir de los cuarenta años y afecta a hasta un 15% de la población. Se caracteriza por la necesidad irresistible de mover las extremidades y por sensaciones desagradables (desasosiego, hormigueo, calambres, nerviosismo, dolor, etc.) durante el reposo. Con el movimiento, las molestias se alivian o desaparecen. Los síntomas tienden a aparecer hacia el final del día o por la noche, dificultando el inicio y mantenimiento del sueño. 

 

Higiene del sueño

1. Establecer un horario regular   para irse a dormir y despertarse

2. En caso de echar siesta, no exceder los 45 minutos

3. Evitar el exceso de alcohol 4 horas antes de acostarse y no fumar

4. Evitar la cafeína 6 horas antes de acostarse (Incluye: café, té, refrescos y chocolate) 

5. Evitar cenas pesadas, picantes o azucaradas

6. Practicar ejercicio regularmente, pero nunca justo antes de acostarse

7. No utilizar el móvil o el ordenador justo antes de irse a dormir

8. Ventilar la habitación y mantener una temperatura constante

9. Bloquear el ruido y la mayor cantidad de luz posible

10. Reservar la habitación para dormir y el sexo, evitando su uso para trabajo o recreación general

Parasomnias

Son fenómenos motores, verbales, episódicos fisiológicos o conductuales, frecuentemente indeseables, que ocurren durante el sueño o en la transición sueño-vigilia: 

Sonambulismo: caminar de modo semiinconsciente dormido. 

Somniloquia: expresar sonidos verbales con poco contenido semántico. Generalmente palabras aisladas o frases muy cortas.

Bruxismo/ chirriar de dientes: Se trata de una contractura excesiva de los maxilares que puede llegar a provocar alteraciones en los dientes. 

Sexomnia/ sonambulismo sexual: Es la aparición de conductas sexuales durante la fase de sueño profundo. Se trata de una alteración poco común que consiste en practicar sexo estando dormido. El sujeto permanece en estado de amnesia y desconoce lo ocurrido al despertar.