“Gracias a esta campaña, hemos ayudado a cuidar a los demás recuperando el contacto directo con los pacientes”

Una enfermera es una profesional sanitaria que respira cada día su vocación de servicio a los demás. Bien lo saben Marta Martínez y Boni León, enfermeras de la Unidad Central de Contingencias Comunes, que participaron como voluntarias en la campaña de vacunación contra la COVID-19 organizada por el Colegio de Enfermería de Barcelona. No se lo pensaron dos veces y respondieron a esta petición con generosidad, dedicando tiempo y energías a dispensar vacunas esenciales para salvar vidas. Su afán les llevó por residencias de ancianos, el recinto de la Fira de Barcelona y, también, a vacunar a sus propios compañeros de Asepeyo.

¿Qué os llevó a presentaros como voluntarias en esta campaña de vacunación? 

Marta: Todo empezó cuando, en diciembre de 2020, el Colegio de Enfermería solicitó voluntarias para el proceso de vacunación. Teníamos muchas ganas de aportar nuestro granito de arena en esta pandemia. Nuestro trabajo habitual es más de gestoras, porque no tratamos con el paciente de manera presencial. Como necesitaba ayudar, nada más salir esta convocatoria me apunté. Justo después llamé a Boni para que se apuntara y, por supuesto, no se lo pensó. Ya fue el 5 de enero cuando hicimos nuestra primera intervención como enfermeras del equipo de vacunación del Hospital del Mar.

Bonosa: Nos hacía mucha ilusión a las dos. Además, por las cuestiones de la pandemia, hacía más de un año que no nos veíamos y nos conocemos desde hace muchísimo tiempo.

En cosas como esta se nota que la enfermería es una profesión vocacional como pocas …

M: Yo no hubiera estudiado otra cosa que no fuera enfermería. Mi hijo me preguntó el otro día que quería ser de pequeña y le respondí que siempre quise ser enfermera.

B: Absolutamente vocacional: yo tengo fotos de cuando era niña disfrazada de enfermera… ya estaba preparándome para ser enfermera ( y ríe).

¿La pandemia ha cambiado vuestro trabajo y vuestra forma de trabajar?

B: No especialmente. Nuestra forma de trabajar siempre ha estado ligada a la empatía y al cuidado. Nosotras nos dedicamos a la gestión, hacemos gestión telefónica y seguimiento de casos. La vacunación en la que colaboramos sí que nos ha devuelto el contacto directo con el paciente y emociones que quizá ya no tenías; derivado todo ello de la situación creada por la pandemia.

M: Durante la pandemia, en nuestro trabajo de gestión telefónica, nos encontrábamos con pacientes con patologías degenerativas, crónicas y agudas que no recibían otras llamadas que las nuestras. Ello nos generó dedicarles más tiempo a ser escuchados, porque necesitaban hablar de su situación sanitaria con alguien porque les creaba mucho estrés e incertidumbre  la demora de tratamientos, de diagnóstico, de pruebas, la situación sanitaria…

Una campaña de vacunación como esta requiere de un gran esfuerzo y de mucha organización ¿Cuáles fueron las mayores dificultades que hubo que superar?

B: La campaña de vacunación contaba con muchos otros voluntarios, pero siempre surgen incidencias. Afortunadamente, el protocolo para dispensar las vacunas estaba muy bien organizado. Nunca hubo problemas graves.

M: Era un circuito que estaba muy bien ejecutado. Desde la formación previa que recibimos a los medios que teníamos a nuestra disposición. Solo hubo que compatibilizar nuestra disponibilidad, pero las ganas de colaborar con ello siempre solucionan cualquier problema.

¿Cómo era el proceso de vacunación desde que se recibían las dosis que había que inyectar?

M: El vacunódromo de la Fira de Barcelona estaba integrado por 40 boxes, cada uno con una enfermera que vacunaba y un administrativo que registraba.A las siete de la mañana llegaban las vacunas al Centro de Vacunación y a las ocho se subían a la zona de carga, donde se preparaban las 12.000 dosis programadas. La zona de carga era una labor que realizaban 15 enfermeras y una coordinadora. Cuando a las nueve se abría el recinto, iban accediendo los usuarios. Tras dejar sus datos en Admisiones ya iban a cada box para recibir su vacuna. El peor momento era la última hora porque había que contabilizar pacientes pendientes de vacunar y dosis disponibles para que no sobrara ninguna. Estaba muy bien organizado para cumplir con la programación.

B: Cuando tuvimos acceso a vacunas de otras marcas, aparte de Pfizer, dentro de este circuito había que crear otros circuitos específicos bien diferenciados para cada una de ellas, como Moderna, AstraZeneca y Janssen. Esto era sumar un extra de organización y recursos.

Os estrenasteis en las residencias de ancianos ¿Cómo fue la experiencia en lugares tan golpeados por el Covid como estos?

M: Fue una experiencia muy emocionante porque estaban deseando que llegáramos.

B: Recuerdo que me decían los abuelos… nena, ets un àngel (nena, eres un ángel).

M: Ten en cuenta que en las residencias se extremaban las precauciones al máximo y las vacunas era muy esperadas. No escuchamos ninguna queja. Al contrario, para ellos era como si les llevábamos oro.

B: Y en los casos en los que las familias tenían que autorizar la vacunación, no hubo negativas. Todos la autorizaron.

También vacunasteis a vuestros compañeros… como una sorpresa

M: El equipo del Hospital del Mar, como el Colegio de Enfermería está cerca, era el encargado de vacunar a las enfermeras de la parte privada. Nos enteramos de las fechas en las que les tocaba a nuestros compañeros y solicitamos hacerlo nosotras. Le preguntamos a nuestro manager de Asepeyo si podíamos salir antes de nuestro trabajo para hacerlo y, claro, no hubo problema alguno.

B: Así que cuando nos vieron allí, se llevaron la sorpresa. ¡Fue muy bonito!

Para vosotras, esta experiencia ha superado vuestras expectativas…

M: Para mí, participar en esta campaña ha sido un círculo que comencé o abrí cuando empecé a vacunar en las residencias y que me llevó a cerrarlo vacunando a los niños, entre ellos a mi hijo.  ¡Está siendo una experiencia muy especial!

B: Por supuesto. ¡Yo no sabría decir qué momento fue mejor, porque lo han sido todos!

Una parte de este círculo fueron las 14.000 personas en la Fira que mencionáis… eso implica mucha exigencia diaria

B: Como habíamos vivido previamente el momento emocional en las residencias, esa fue una situación más dura porque había que apurar el tiempo. Era un trabajo muy intenso y rápido, en el que no había tanto espacio para interactuar con el usuario como el que nos hubiera gustado (a pesar de que en ningún momento dejábamos de dedicar el tiempo que requería cada usuario). Cabe resaltar que la etapa de vacunación así lo requería porque había que llegar a la inmunidad de rebaño.

Y en medio de esta labor en la Fira, ¿tuvisteis tiempo de sentir la gratitud de la gente por vuestro esfuerzo?

M: Desde luego. Te traían bombones, tazas…

B: Y no solo con regalos, claro, también con gestos que nos demostraban esa gratitud.

¿Entendéis a las personas que no desean vacunarse? ¿Qué les decís para que reconsideren su postura?

B: Es complicado, al ser algo voluntario. Hemos vacunado a negacionistas y nunca hemos entrado en debates con ellos. La mayoría te lo puede decir de inicio, pero luego terminan vacunándose. Al empatizar con ellos y remitirles a fuentes de información fiables, aceptan ser vacunados.

M: Recuerdo que cuando en Cataluña se pedía el certificado Covid para entrar en bares y gimnasios, se incrementó mucho el número de usuarios. Era gente que accedía por cumplir con obligación legal, a los que si les facilitas las cosas… terminan por vacunarse.