En la imagen, podemos ver en la fila superior, al Dr. Joaquín Serrano con gafas de sol, junto a Antonio Sancho.

A primera hora de la mañana de ayer, un buen amigo me daba una de esas noticias que nunca deseas recibir: el fallecimiento de alguien a quien quieres desde hace mucho tiempo. Tras un duro combate contra la enfermedad, fallecía el Dr. Joaquín Serrano Vera, a los 66 años de edad. Para todos los que lo queríamos, era simplemente Chimo.

Su vinculación con Asepeyo le venía de familia. Su padre, el Dr. Joaquín Serrano Sánchez, fue el primer traumatólogo de Asepeyo en Elche.

A finales de los 70 del siglo pasado, surgió la posibilidad de que realizara la especialidad de Traumatología en Barcelona, en nuestro Instituto Anglí. No lo dudó, y allí se trasladó con su familia. Tuvo la fortuna de aprender de los mejores. Bajo la tutela de los Dres. Borrell, Henríquez y muchos otros, acabó la especialidad y volvió a Elche, donde se incorporó a nuestro centro asistencial como traumatólogo. Fue pionero en nuevos tratamientos y pronto se convirtió en un referente de la Traumatología en su ciudad natal.

Su prestigio como traumatólogo y su buen hacer ayudó a que Asepeyo en Elche pasara de ser un centro pequeño a un gran centro. En muchas ocasiones, decir Dr. Serrano era decir Asepeyo.

Su otra faceta y vocación quizá menos conocida era el fútbol, también heredada de su padre. Fue jefe de los servicios médicos del Elche C.F. durante más de dos décadas.

Las charlas, presentaciones y sesiones clínicas en las que participó siempre las iniciaba con un PowerPoint donde figuraba el anagrama de Asepeyo y el escudo del Elche C.F. haciendo mención a que eran sus dos únicas empresas y sus dos casas.

El amor por su ciudad y sus tradiciones le llevó a ser elegido Presidente del Patronato del Misteri d’Elx y bajo su mandato el Misteri fue proclamado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

Pero al margen de su profesionalidad y buen hacer, Chimo ha sido: hijo, marido, padre, hermano y ahora abuelo. Su madre Marichu, su mujer Regina, sus dos hijas, sus cuatro nietos y sus hermanos han estado con él hasta el final.

Recuerdo los dos últimos encuentros que tuve con Chimo: el primero, en el oratorio del hospital La Fe de Valencia, donde permanecía ingresado para la realización de pruebas. Allí nos fusionamos en un fuerte abrazo. Le vi contento, dicharachero, optimista, lleno de ganas de vivir. El segundo fue el 14 de junio de 2019, donde pude acompañarlo en la fiesta de jubilación que sus compañeros de Elche le organizaron.

De profundas convicciones religiosas, amaba la vida, a su familia, a su ciudad y a sus amigos.

La basílica de Santa María de Elche recibirá hoy, a las 12 horas, a uno de sus hijos más queridos. Allí estamos todos presentes, aún en la distancia.

Descansa en paz, Chimo. Y ayúdanos desde donde estás.

Antonio Sancho