A Paco Ivorra, médico del centro asistencial de Alicante, le gustan las carreras de montaña. Cuando lanzamos la convocatoria para participar en la Trailwalker, no dudo en apuntarse. Ahora, unos meses después de haber vivido la experiencia, nos cuenta qué ha significado para él.

 “Hola soy Paco, de Asepeyo Alicante”. Fueron mis primeras palabras al llegar al Hospital de  Sant Cugat el dia 12 de abril del 2018.

Me siento en la obligación de relatar una experiencia, que merece la posterioridad. Ante todo, perdonad, no soy escritor. Y las cosas no se expresan igual de palabra que con palabras -¡cuan difícil escribir y transmitir! Mi más profunda admiración a los escritores y mil perdones de antemano-.

Con el vértigo y la velocidad desmedida con que vivimos, vivimos casi “por delante”, hay momentos en la vida que merecen detener esta vorágine loca cotidiana. Todo pasa rápido y, desde que sucede, aunque sea un momento muy especial, va quedando rápidamente atrás…atrás…desvaneciéndose…olvidándose! Si bien, cada vez que nos llega “algo” de dicho acontecimiento se “enciende una llamita”, mi intención es que quede una llama “olímpica” perdurando para siempre por todo lo vivido.

Desde el primer momento, cuando nos conocimos y cruzamos las primeras palabras, con el plus que aporta la emoción de poder realizar el reto de 100 Km. solidarios, se respiró una inmensa sensación de buen rollo y bienestar.

Me gusta correr por montaña, compartir carreras, proponer retos… pero la Trailwalker es otra cosa.

Recuerdo especialmente cuando fueron apareciendo nuestros héroes particulares con sus handbikes. Tenía el prejuicio de que iban a necesitar mucho de nosotros y fue todo lo contrario, ¡cuánto recibimos y nos enseñaron ellos! Sus miradas, sus abrazos, sus ánimos, su apoyo, sus sonrisas y su superación te hacían parecer insignificante. A la vez, estar realizando la mayor hazaña, sintiéndote útil y héroe también, era algo mutuo que impregnaba toda la aventura.

Durante la marcha hubo un montón de abrazos, chocar palmas, besos… (no penséis mal). No hacía falta un motivo especial para provocar estas situaciones. La ilusión de la aventura nos llevaba como uno, como equipo. Cada cual con sus historias, su biografía y con sus cosas, pero os puedo asegurar que hasta el peor de los ogros se hubiera deshecho de felicidad con esta experiencia.

No os engañéis: fue duro, había que estar preparado. Poco a poco, con la lluvia de por medio, fueron surgiendo las dificultades, pero todos, como una piña, las fuimos aniquilando. Tengo que confesar que contábamos con una gran ventaja: nuestro equipo de apoyo ¡vaya tela!

Nos trataron como VIP en cada avituallamiento, no nos falto de nada. Realizaron un trabajo arduo en la sombra, un trabajo impresionante. A los marchadores se nos iluminaba la cara cada vez que los veíamos.

Nos abrazaban, nos animaban, nos curaban, nos mimaban… éramos todos uno. Nos hicieron sentir felices en el Km. 20, en el 40, en el 60…

Como os decía al principio, he corrido unas cuantas carreras pero hay un antes y un después de la Traiwalker. Es algo difícil de explicar, pero que os recomiendo que os ocurra, al menos, una vez en vuestra vida.

Ya sois mi familia Traiwalker y estoy feliz solo de pensar en vosotros.Sé que os tendré para siempre.

¡Hasta pronto!

Paco Ivorra Ruiz
Médico del centro asistencial Alicante