La crisis o la motivación por conocer mundo y acceder a nuevas oportunidades laborales ha empujado a muchos jóvenes a viajar fuera de nuestro país para desarrollar plenamente su experiencia profesional. En Asepeyo, muchos trabajadores tienen a alguno de sus hijos trabajando en el extranjero, una situación que a veces resulta dura, pero también gratificante, puesto que saben que están accediendo a un mundo de experiencias vitales y profesionales mucho más amplio. Ellos nos han contado en primera persona cómo viven esta situación.

JORDI MARTÍNEZ. Olot (Girona)

Mis hijos Enric y Jordi Xavier viven fuera de España. Enric se fue hace casi 3 años a Suecia con su pareja y su hijo, y Jordi Xavier hace unos dos años y medio marchó a Inglaterra, aunque él lleva fuera desde los 18 años. Cuando tomaron la decisión de irse para nosotros fue duro, pero al mismo tiempo te da ilusión, porque aquí no tenían futuro. Como Jordi Xavier se fue tan joven, ya pasamos por esta situación, y cuando lo aceptas ves que es una buena opción porque es mejor para su futuro. Además, hablamos a menudo por WhatsApp y Skype, y vamos a visitarles siempre en vacaciones.
Lo que más echo en falta es que no estén más cerca para poder ir a verlos, y disfrutar más a menudo del nieto y del que ha de venir. Pero tanto para Jordi Xavier como para Enric ha sido una experiencia positiva. Claro que echan de menos a la familia, y también el sol y la comida, pero aunque ambos ya eran muy espabilados, creo que vivir y trabajar en el extranjero les ha hecho apreciar más las cosas pequeñas y la familia.

CARINA JACAS. San Pedro de Alcántara (Málaga)

Mi hija Rocío estudió Bellas Artes y cuando finalizó la carrera obtuvo una beca de la Junta de Andalucía para cursar un máster en la Escuela de Artes de Edimburgo. Cuando acabó, volvió a Andalucía, pero tras un año buscando trabajo sin ningún resultado, decidió volver a Edimburgo para realizar el doctorado, y ahora está a punto de obtener su graduación.
No tengo esperanzas de que vuelva, ya que ha obtenido una plaza en la Universidad de Kent y además tiene pareja, y aunque me dio pena que se fuera, yo la apoyé en todo momento. Además, gracias a las tecnologías, hoy en día no hay distancias, nos podemos ver muy a menudo. Ahora Rocío está muy integrada, le gusta el ritmo de vida y el ambiente internacional que se vive en Edimburgo, aunque echa de menos algunas cosas, como la falta de sol ¡y las regañas! Lo que me resulta más duro es no poder abrazarla cuando quiera, pero sé que allí tiene muchas más posibilidades laborales y está siendo una experiencia muy positiva para ella.

JOSÉ ANGEL GUILLÁN. Donostia-San sebastián

Mi hija Olatz se fue a Irlanda en julio de 2012 porque le salió una beca de prácticas de seis meses. Una vez finalizada, y ante la nula perspectiva laboral en España, consiguió trabajo en un estudio de arquitectura en Dublín. Cuando nos dijo
que se iba, experimentamos dos sentimientos a la vez: por un lado tristeza, pero a la vez alegría porque así puede trabajar en lo que le apasiona, que es la arquitectura, aunque sea lejos de casa.
Hablamos a menudo por WhatsApp y por teléfono, y hemos ido a verla en dos ocasiones. A Olatz le encanta la naturaleza del país, aunque lo que peor lleva es la falta de luz, puesto que allí a las 16.30 h ya es de noche, y echa mucho de menos a la familia, sobre todo a su hermana Oihane y a sus amigas. En definitiva, me parece que es una experiencia muy positiva, tanto en el ámbito personal como laboral. Ha conocido personas de muy diversa procedencia, domina un idioma fundamental para su desarrollo profesional y seguro que ha aprendido a valorar aún más, si cabe, a su familia, sus costumbres y su ambiente habitual.

JOSÉ RODRÍGUEZ. Madrid

Mi hija Beatriz lleva muchos años viviendo fuera de España. Empezó su  andadura en el extranjero con una beca Erasmus en París. Nada más acabar la universidad entró a trabajar en General Electric y empezó una carrera internacional pasando por multitud de destinos diferentes. Ha estado en China, Bruselas, Rusia, Brasil… y el año pasado la trasladaron al Reino Unido, donde es
directora de Recursos Humanos. Siempre es difícil tener a los hijos lejos, pero sabiendo que ella está contenta y bien cuidada, queremos que siga así. Además, hemos ido a visitarla a todas las ciudades en las que ha estado.
A nuestra hija le gusta mucho viajar y su trabajo le ha permitido conocer destinos muy diferentes. En Bruselas, por ejemplo, ha vivido el hecho de relacionarse con
personas de toda la Unión Europea; en Rusia, conocer la cultura soviética que es
espectacular; en Brasil, la alegría constante de la gente…
Probablemente, la experiencia de viajar y enfrentarse ella sola a desafíos profesionales y culturales ha hecho que mi hija crezca más rápido y tenga una personalidad más sólida que si se hubiese quedado en España, así que considero que es algo muy positivo, ¡y para nosotros también, que la seguimos por todo el mundo!

CARLOS FRANCHY. Las Palmas de Gran Canaria

Mi hija Marta se fue por primera vez a Dublín en 2012 durante un año para trabajar como au pair, y aunque regresó a Canarias al año siguiente, en 2015 se volvió a marchar, esta vez para dedicarse a su especialidad, Trabajadora Social.
Asumimos su decisión con normalidad, puesto que era la única forma de acceder a un trabajo de su especialidad con un sueldo digno, y además nos ha hecho ver que la lejanía es un término muy subjetivo. Estamos a solo cuatro horas en avión, y podemos hablar por teléfono, WhatsApp y Skype.
Lo que más me sorprendió cuando visitamos a Marta fue el carácter de los irlandeses, que es muy parecido al de los latinos, así como los impresionantes paisajes rurales. Marta echa de menos algunas cosas, como las playas de Canarias y las ambrosías Tirma, unas chocolatinas típicas canarias, y por supuesto a su familia y sus amigos. Pero le gusta mucho vivir allí, y según
nos cuenta, los dublineses son muy acogedores con los extranjeros. Aunque la echemos de menos, es una experiencia indudablemente positiva, puesto que además de lo que le aporta en el plano personal, el hecho de formarse  laboralmente en una cultura diferente le ha dado un bagaje que es imposible conseguir si te quedas en la misma ciudad en que naciste.