20 razones para no comprar libros florero  

Para empezar, aquí se va a hablar de literatura con mayúsculas; no de folletines ramplones que se venden al peso. Afortunadamente, entre el maremágnum incesante de la industria editorial, aún sobreviven las novelas que transforman al lector; aquellas que cobijan párrafos que te incitan a pensar: «este personaje soy yo, con mis luces y mis sombras; esa infancia es mi infancia; y esos sentimientos son los míos». Aquí vamos a roer la esencia de la literatura universal.

Así, de entrada, quien esté pensando en decorar una estantería no debería leer este artículo. Es preferible avisar antes de leer unas líneas que no responden a inquietudes ornamentales. Colocar tomos infumables sin ton ni son puede resultar apabullante cuando vienen las visitas; sin embargo, este no es el meollo del asunto. Se trata más bien de este: ¿quiero realmente leer un tomo de mil páginas?, ¿qué busco cuando leo? Y ya metidos en faena ¿qué siento cuando he terminado un libro?, ¿en qué he cambiado?, ¿me acompañará el recuerdo de la lectura toda la vida o me olvidaré como quien arroja un kleenex usado?

Un libro –un buen libro– es una entrada al territorio de la compleja materia humana. Leer es descubrir los insondables misterios del alma; es viajar y vivir fascinantes aventuras; imaginar cada detalle; crear un mundo y vivir en él; caminar al lado del escritor y sentir como te tiende la mano para mostrarte su desgarrado corazón.

De esa fascinante lista que compone la «alta literatura» hay un grupo selecto que no debería faltar en la estantería de un verdadero lector. Nos referimos a los libros que te cambian, aquellos que no se conforman con el reflejo de la caverna platónica, sino los que revelan el bullir de la vida en su plena intensidad.

Vamos al grano. Comencemos con la lista. El primero que no puede faltar es el Quijote de Cervantes, hasta la fecha, la más ingeniosa y perfecta obra de la literatura. En sendero paralelo transita Hamlet de Shakespeare, donde los arrebatos: la ira, el amor o la venganza se concitan en un libro revelador. Cabe destacar lo mismo de La Ilíada de Homero, un combate que describe la esencia de la vida; y Edipo rey de Sófocles, una auténtica cascada de pasiones.

Como maestro de escritores, el protagonista es Proust, con su obra inconmensurable: En busca del tiempo perdido; y el Ulises de Joyce, un relato que fluye como el agua del río. De Madame Bovary, de Flaubert, obtenemos un retrato anímico y social sublime; y con Emma de Jane Austen, admiramos a una mujer única; una rebelde en un tiempo decimonónico. De Virginia Wolfe, elige su inestimable Al faro.

Les toca el turno a los rusos, genios de la psicología, con ese don para concebir personajes sacados de las mismísimas entrañas de la naturaleza. Ana Karenina de Tolstoi; Crimen y castigo de Dostoievski y los Cuentos completos de Chejov deslumbran como un relámpago en mitad de la noche.

La metamorfosis de Kafka es un ejemplo de lo inverosímil que puede resultar la existencia. ¡Qué pasión escondía la aparente vida gris e insulsa del escritor checo! De libros de aventuras hay una veta excelsa, por citar un título: Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, con permiso de Stevenson, Dickens, Víctor Hugo o Julio Verne; a esos hay que «devorarles» cuando ampliemos el mueble de la estantería. No cabe duda.

De Galdós, con sus Episodios Nacionales, o cualquiera de sus insuperables obras; emana la leche materna de la literatura moderna. Leer Trafalgar es vivir los valores que nunca deberían ser cuestionados.

Del boom hispanoamericano, Cien años de soledad, de García Márquez, es el libro con el que ya no volverás a ser el mismo. Personalísimo es Faulkner, tan complejo y entramado como la esencia humana, quedémonos con El ruido y la furia; y situemos al lado a Lolita de Nabokov.

De nuestro legado literario, avergüenza no poder citarles a todos: Unamuno, Lorca, Bécquer, Baroja, Quevedo… para ellos es obligado hacer un hueco en el estante del próximo mueble. En esta primera biblioteca tiene que estar Miguel Delibes, por su capacidad para tejer el texto con hilos de oro y por regalarnos uno de los discursos más bellos de la RAE. Su defensa del medio ambiente no puede ser más actual. Cinco horas con Mario es la esencia del escritor, el hombre que muere para entregarse a la creación de un personaje.

En 2015 otorgaron el premio Nobel a la periodista Svetlana Aleksiévich. Sus libros desgranan la vida de los más humildes; mujeres y hombres que vivieron las desgracias de la guerra, la represión y el odio. Su presencia en nuestra estantería es un homenaje a la literatura que remueve conciencias. Sus libros narran los testimonios de la gente corriente que sobrevive en circunstancias agonizantes. Aun así, obtendremos un mensaje para la esperanza: la vida, pese a todo, merece la pena ser vivida. Pasen, siéntense y, sobre todo, lean.