De la misma manera que en el mundo offline nos regimos por unos modales, unas reglas básicas para comportarse en público, nuestra vida digital también requiere de unos códigos de conducta para asegurar una correcta convivencia. Al fin y al cabo, el sentido de las normas no es otro que poner orden en el caos, evitando que la ley de selva se adueñe de internet.

El término netiqueta, acrónimo del inglés network etiquette, etiqueta en la red, hace referencia a un conjunto de convenciones sociales que propician la interacción en internet, proponiendo cómo debemos conducirnos en chats, blogs, foros o emails.

Las normas de etiqueta en internet no son normas de obligado cumplimiento, aunque también incorporan referencias a normas legales que sí lo son. Se trata solamente de pautas que se recomienda seguir para no desagradar a otros usuarios y no transmitir una impresión equivocada de nosotros. Precisamente, uno de los obstáculos más reseñables en la comunicación en la red es la ausencia de señales emocionales físicas, a diferencia del cara a cara o del teléfono. Esto es de especial importancia para los profesionales que gestionan la reputación de una marca en la red.

de buenas maneras

Aunque internet es un territorio en continua evolución, hay algunas reglas básicas que perduran con el tiempo ya que apelan al sentido común aplicado en las relaciones humanas:

-Mantén los modales: de tan obvia que resulta esta recomendación, muchas veces observamos que se pasa por alto. Lamentablemente, las redes sociales nos dan muestras cotidianas de cómo perder los papeles ante una pantalla.

-Lo importante es entenderse: las leyes ortográficas siguen vigentes, aunque la realidad intente convencernos de lo contrario. Tampoco hay que abusar de abreviaturas, siglas o expresiones inventadas. El objetivo de la comunicación es hacerse entender.

 

 

-La discreción siempre es un plus: escribir en mayúsculas, abusar de las negritas o trufar nuestros textos de exclamaciones degeneran en una forma pueril de llamar la atención. El equivalente serían aquellas personas que vociferan para que les hagan caso. Y a nadie les gustan esas personas.

-Respetar la privacidad: Internet no es un territorio ajeno a las leyes. Hay que evitar el envío de imágenes o videos de otras personas. Cuando esos archivos son de carácter íntimo se trata de un delito recogido en el Código Penal.

-Reglas y condiciones previas: por muy farragoso que resulte es necesario leer las normas de las redes sociales en las que estamos presentes y cumplirlas, aunque no estemos de acuerdo. En caso contrario, siempre está la opción de darnos de baja.

-No se reguarde en el anonimato: siempre que pueda use su nombre real, evitando crear perfiles falsos excepto cuando su privacidad esté en riesgo. Ampararse en una identidad falsa es abusar de una ventaja poco ética en la comunicación en las redes.

-Tiempo y ancho de banda: antes de compartir una información, no está de más comprobar que lo que se envía merece el tiempo y la atención ajena. Recuerde esos inenarrables grupos de whatsapp en las que se comparte información intranscendente.

En definitiva, los principios que deben inspirar nuestras actuaciones en internet son muy sencillos:  comportarse con los demás usuarios como nos gustaría que hicieran con nosotros, evitando malentendidos y transmitiendo mensajes de la manera más clara posible.