Se estima que el cuerpo humano está constituido  por un 65% de agua. Es decir, el agua ocupa más de la mitad del peso corporal, a pesar de existir variaciones según la etapa de la vida. 

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se recomienda consumir entre 1,5L – 2L de agua al día para tener un cuerpo suficientemente hidratado y mantener activas las funciones fisiológicas y la actividad mental. Aún así, esta cantidad cambia de acuerdo a la edad, la actividad física o los factores medioambientales, entre otros.

Según la Academia Española de Nutrición y Dietética, uno de los dogmas que más confusión provocan es su adecuado consumo. La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria estableció en 2010 que la cantidad adecuada para la población europea, considerando las temperaturas y teniendo en cuenta la realización de una actividad física moderada, es de 2 litros para mujeres (2,3 en embarazadas y 3 en lactantes) y 2,5 litros para hombres, sumados a la cantidad que ya aportan los alimentos, que es una media del 20% y el 30%, llegando a suponer hasta un litro de aporte líquido para el cuerpo humano.

Es fundamental conocer las propiedades del agua y sus beneficios. Pese a ello, cabe mencionar que las recomendaciones más frecuentes de los profesionales, obviando qué agua es más saludable,  siguen siendo:

  1. Optar, siempre, por el consumo de agua u obligarse a ingerir, aunque sea poca cantidad, si una persona no acostumbra a tener sed. 
  2. Seguir una alimentación rica en hortalizas y frutas ya que incluyen agua intrínseca. 
  3. Realizar actividad física de forma moderada. A partir de aquí, cada persona tiene sus necesidades y esto implica una adecuación y análisis personal de cada cuerpo. 

Más allá del agua corriente existen entre otras, la mineral, a alcalina y la simple. Pero, ¿en qué se diferencian y cuál es más saludable para el consumo del ser humano? 

Agua mineral natural

Esta agua es producto de la naturaleza. A raíz de las lluvias y nevadas el agua mineral se limpia recorriendo el camino entre las rocas de las montañas, apoderándose de los minerales para convertirse en agua purificada y única.  Gracias a las propiedades que comprende, aporta al individuo múltiples beneficios para la salud como por ejemplo, regular la temperatura corporal o reducir el riesgo cardiovascular, entre otros. Sin embargo, su abuso puede contribuir a problemas como retención de líquidos o hipertensión arterial debido a su alto contenido de sulfato.

Agua alcalina

Este tipo de agua se diferencia por el nivel de pH , es decir, por el grado de acidez, neutralidad o de alcalinidad que contiene. Este se mide a partir de una escala logarítmica que va del 0 al 14. A mayor número de pH, mejor calidad de agua alcalina. Una de las virtudes para tomarla a diario, es que hidrata más en profundidad que cualquier otra, dado su alto índice de oxígeno y minerales. Además, contribuye al tránsito intestinal, mejora la digestión y circulación de la sangre, y tiene un efecto regenerador de células, que ayuda a prevenir un envejecimiento prematuro de la piel. Eso sí, aunque todo parecen ventajas, es fundamental no sobrepasarse, ya que entonces se produce un efecto contrario y notables daños a la salud.  

Agua simple o purificada

En otras palabras, agua neutral con un pH igual a 7 también conocida como agua purificada. Este proceso tiene como objetivo eliminar las impurezas y las sustancias dañinas para el cuerpo humano y los malos olores. De este modo, se logra una agua más pura y segura para el uso doméstico y el consumo. También se obtiene un aumento de los minerales. Para llevar a cabo dicho proceso, existen métodos como el uso de dispositivos en el hogar como equipos osmotizadores. Las ventajas de ingerir agua simple son diversas como prevenir problemas gastrointestinales o reducir los dolores de cabeza o la falta de concentración.   

En la actualidad, no existe ningún estudio que corrobore con evidencia científica qué agua es más saludable. Sin embargo, la OMS considera que la mejor es aquella que contiene niveles de TDS menores de 300 mg/l. Teniendo en cuenta esta información, es preferible  optar por agua mineral o del grifo, excluyendo si se trata  de agua blanda o dura, ya que dichos niveles se encuentran entre los 100-300 mg/l. En este último caso, se puede optar por comprar un adaptador de filtro o instalar un descalcificador. De este modo, se logra un ahorro económico y se cuida el medioambiente.

No obstante, conviene saber que, en España, el  agua de grifo se somete hasta 5 controles más de calidad que el agua embotellada, por lo que no hay motivo de alarma en su consumo. De hecho, el Ministerio de Sanidad del Gobierno Español, publicó la  Legislación Europea relativa a la calidad del agua para el consumo humano. Aún así, la elección final reside en los intereses de cada individuo y lo que mejor se adapte a sus necesidades o gustos y no olvidemos  tener en cuenta, los beneficios que conlleva invertir en métodos que ayuden a la reducción del plástico y a la cura del ecosistema.